Lo que fuese ayer...

Antes de que el aura me azotara con su pasión,
la brisa morena y dulcemente serena
llego ha acariciar mi cabellera, y mis mejillas a besar,
para marcharse dejándome las inmensas ganas
de que lo que fuese ayer, fuese hoy...

Se marchó, así. Para perpetuar.
Fue tan sutil y tan... no sé...
Tan indescriptible e inesperada
que se marchó dejándome tanto y tan poco.
Perpetuando en mi ser
con un sabor, a otra vez, a un: ¡ De nuevo..!

Recuerdo que irrumpió en un tiempo
en que el sol se hallaba cegado de tristeza,
y de vez en cuando la luna lloraba conmigo.
No tenía rosas azules y la tarde lo llenaba todo.
Y en su breve paso le sacó una sonrisa al sol
Disipando las nubes negras y frías...

A su partida, hubo un intermedio que nunca fue.
Primero con suavidad y dulzura,
después con pasión, incoherencia y locura.
El sol perdió la fuerza que le hacia brillar
y la luna se veía tan triste, que pena causaba.
Ante la tarde, se abría paso el amanecer.

Llegó el aura, dejando melancolía en la noche
y un profundo miedo en las cadenas de un fantasma
que se paseaba en mi cuarto, convirtiéndome en noctámbulo.
Dejándome una rosa azul cada amanecer
y la fortuna en mi cielo, de una nueva constelación...
En ese tiempo, también le perdí las ganas a la vida.

Me sobrevino la muerte entonces...
haciendo que abriera mis ojos y cerrara mis palabras.
Comenzó lentamente a morir el peregrino
en los brazos de un poeta de pluma fría
que le escribía al recuerdo del olvido.
En ese instante, decidí regresar el ayer...

Hace ya tres meses de ello y el ayer
se ha hecho hoy... la luna me sonríe allá afuera,
el sol ha comenzado a brillar como antes,
y se ha revivido la sensibilidad del poeta.
Aunque estuvo cerca de perderse otra vez y para siempre
encontré a la brisa morena y he llegado a retratarla.

Lo que fuese ayer, se ha hecho hoy
y de seguro se convertirá en mañana...
y el intermedio entre el ayer y el hoy
que nunca fue, ahora será.

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